El modelo
tradicional de clases magistrales, donde el profesor o profesora
explica en la pizarra y el alumnado, silenciosamente copia lo
explicado en sus cuadernos, está siendo sustituido, por el
aprendizaje basado en proyectos (ABP), donde el alumnado genera su
propio conocimiento, afrontando retos sobre la información que ya
maneja, pasando a ser una parte más activa en el proceso de
aprendizaje, algo más que un mero receptor de información.
Lo mismo se está
planteando con los exámenes, donde los alumnos y alumnas regurgitan
todo lo ingerido durante el año. Y no retienen casi nada.
Una pregunta que podríamos hacernos es: si no hay exámenes, ¿cómo se evaluarían los conocimientos adquiridos?
Pues bien, existen
varios recursos como: presentar proyectos,
trabajos, mapas conceptuales o también alguna prueba escrita.
En mí opinión, creo que los exámenes no pueden desaparecer, al menos mientras que nuestro sistema educativo no cambie, ya que para acceder a estudios superiores o universitarios te obligan a examinarte al igual que para opositar, u obtener cualquier certificado, etc. Por tanto los exámenes deben hacerse, para que el alumnado tenga un ejemplo de a lo que se enfrentará en el futuro. Pero en la etapa de Educación Primaria, podemos ser más flexibles, y en vez de realizar un examen por tema, pueden trabajar los contenidos por proyectos u otras estrategias de aprendizajes más motivadoras y efectivas, y realizar exámenes al final de cada trimestre, como prueba de que han alcanzado los objetivos.
A continuación
os mostraré algunos de los innumerables beneficios que se adquiere
con éste método:
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Aumenta la motivación.
Los estudiantes se enorgullecen de lograr algo que tenga
valor fuera del aula de clase.
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Desarrolla
su autonomía. Ellos/as son los protagonistas del
proceso: planifican el proyecto, distribuyen las tareas, ponen las
ideas en común,
toman sus propias decisiones y elaboran el producto.
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Fomenta su espíritu autocrítico.
Alienta a los alumnos/as a evaluar su propio trabajo y a
detectar fallos en el proceso de trabajo, con el objetivo de que
aprendan de sus errores y mejoren los resultados en un futuro.
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Aumenta las habilidades sociales y
de comunicación. Mediante
el intercambio de ideas y la colaboración, el alumnado pone en
común ideas, debaten y acuerdan decisiones.
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Promueve la creatividad. Deben
poner en marcha todas las estrategias e ideas posibles para elaborar
un producto que dé respuesta a la cuestión planteada. Así, pueden
realizar vídeos, campañas, maquetas, folletos o cualquier otro
elemento que apoye su respuesta. Cuanto más original sea el
producto, mejor.
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Atiende a la diversidad.
Estimula tanto a los estudiantes con problemas de
aprendizaje como a los más avanzados o superdotados. A los
primeros, les ayuda a aprender mediante las ideas de sus compañeros,
mientras que a los segundos, les abre todo un campo de posibilidades
para desarrollar plenamente sus capacidades.
Aunque parece que
existe un amplio consenso sobre la utilidad del aprendizaje basado en
proyectos, aún es un tema que no se aplica en todas las escuelas.
Pero al menos se está planteando y en un futuro se hará, debido a
la gran diversidad en nuestras aulas.